La caída del presidente y del PP es fulminante. Según la encuesta de
Metroscopia para EL PAÍS, en un mes el PP ha perdido casi ocho puntos y
cae del 46,3% al 38,1%, es decir, hasta menos de seis puntos que el
resultado que logró en las elecciones generales del pasado 20 de noviembre.
Los españoles, según el sondeo, son cada vez más pesimistas con la situación, más escépticos con la actuación de los dirigentes políticos y más contrarios a las medidas que se adoptan para hacer frente a la crisis.
Si alguna vez caló que el solo cambio de Gobierno serviría para afrontar la crisis, ahora la ilusión se desvanece. Rajoy actúa movido fundamentalmente por las exigencias del exterior, de la Unión Europea y de los mercados, y lo hace al margen de la opinión de los ciudadanos. En cada una de las medidas impopulares pierde jirones de credibilidad y de apoyo.
En este momento, un 56% considera que no está sabiendo hacer frente a la crisis, un porcentaje muy similar al que tenía José Luis Rodríguez Zapatero en sus primeros cien días, pero de la segunda legislatura, es decir, cuando ya sufría desgaste y cuando había logrado una mayoría mucho más reducida que la de Rajoy.
Más allá del recurrente argumento de los errores de comunicación que han aflorado demasiado pronto con este Gobierno, en el sondeo se percibe una ausencia de liderazgo, porque son ya seis de cada diez los españoles que desaprueban la gestión de Rajoy como presidente y siete de cada diez quienes desconfían de él. El episodio de la salida por el garaje del Senado para evitar a los periodistas se puede elevar de anécdota a categoría, porque su interés por no asumir públicamente las explicaciones ante los ciudadanos no solo no le preserva, sino que deja en evidencia esa falta de liderazgo en los momentos de crisis acentuada.
Según la encuesta, los españoles no comparten las decisiones que está tomando y consideran que ralentizarán aún más la recuperación. Hace tres meses, el 51% tenía una impresión positiva del Gobierno y ahora dos de cada tres (el 64%) dice tenerla negativa. La mayoría, además, le reprocha lo que acabó siendo la etiqueta de Zapatero: que improvisa en función de los acontecimientos.
Los datos del desgaste del Gobierno y del malestar de los ciudadanos son compatibles con los resultados de las elecciones andaluzas y la interpretación de que fue, precisamente, el rechazo a los recortes aprobados y a los apuntados el que impidió la mayoría absoluta del PP y provocó el fracaso de Javier Arenas.
El único consuelo para Rajoy es que el argumento de la herencia recibida le servirá aún para unos cuantos meses más. En la encuesta queda claro que los españoles siguen sin perdonar al PSOE su gestión y, en todo caso, lo que ocurre es que con el tiempo pueden llegar a castigar por igual al PP. Esa situación se traduce en un descenso de más de un punto en un mes en la estimación del voto al PSOE, casi seis menos que los del resultado de las generales, y con una opinión crítica de la gestión de Rubalcaba similar a la de Rajoy. La sangría de votos del PSOE no se frena, como si no hubiera cumplido aún su penitencia, y son IU y UPyD los partidos que capitalizan el descontento de los ciudadanos.
Los españoles, según el sondeo, son cada vez más pesimistas con la situación, más escépticos con la actuación de los dirigentes políticos y más contrarios a las medidas que se adoptan para hacer frente a la crisis.
Si alguna vez caló que el solo cambio de Gobierno serviría para afrontar la crisis, ahora la ilusión se desvanece. Rajoy actúa movido fundamentalmente por las exigencias del exterior, de la Unión Europea y de los mercados, y lo hace al margen de la opinión de los ciudadanos. En cada una de las medidas impopulares pierde jirones de credibilidad y de apoyo.
En este momento, un 56% considera que no está sabiendo hacer frente a la crisis, un porcentaje muy similar al que tenía José Luis Rodríguez Zapatero en sus primeros cien días, pero de la segunda legislatura, es decir, cuando ya sufría desgaste y cuando había logrado una mayoría mucho más reducida que la de Rajoy.
Más allá del recurrente argumento de los errores de comunicación que han aflorado demasiado pronto con este Gobierno, en el sondeo se percibe una ausencia de liderazgo, porque son ya seis de cada diez los españoles que desaprueban la gestión de Rajoy como presidente y siete de cada diez quienes desconfían de él. El episodio de la salida por el garaje del Senado para evitar a los periodistas se puede elevar de anécdota a categoría, porque su interés por no asumir públicamente las explicaciones ante los ciudadanos no solo no le preserva, sino que deja en evidencia esa falta de liderazgo en los momentos de crisis acentuada.
Según la encuesta, los españoles no comparten las decisiones que está tomando y consideran que ralentizarán aún más la recuperación. Hace tres meses, el 51% tenía una impresión positiva del Gobierno y ahora dos de cada tres (el 64%) dice tenerla negativa. La mayoría, además, le reprocha lo que acabó siendo la etiqueta de Zapatero: que improvisa en función de los acontecimientos.
Los datos del desgaste del Gobierno y del malestar de los ciudadanos son compatibles con los resultados de las elecciones andaluzas y la interpretación de que fue, precisamente, el rechazo a los recortes aprobados y a los apuntados el que impidió la mayoría absoluta del PP y provocó el fracaso de Javier Arenas.
El único consuelo para Rajoy es que el argumento de la herencia recibida le servirá aún para unos cuantos meses más. En la encuesta queda claro que los españoles siguen sin perdonar al PSOE su gestión y, en todo caso, lo que ocurre es que con el tiempo pueden llegar a castigar por igual al PP. Esa situación se traduce en un descenso de más de un punto en un mes en la estimación del voto al PSOE, casi seis menos que los del resultado de las generales, y con una opinión crítica de la gestión de Rubalcaba similar a la de Rajoy. La sangría de votos del PSOE no se frena, como si no hubiera cumplido aún su penitencia, y son IU y UPyD los partidos que capitalizan el descontento de los ciudadanos.
El País
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